Análisis de la cumbre por la paz en Ucrania y las reacciones de diferentes países

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En Burgenstock, Suiza: Está claro que cualquier camino para poner fin a la guerra en Ucrania costará muchos miles de millones de euros y miles más de vidas militares y civiles.

La línea oficial es que la reunión de las potencias occidentales y otros países este fin de semana ha generado un impulso hacia una paz 'justa y duradera', pero puede estar exagerándose.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, después de su conferencia de prensa de cierre durante la Cumbre por la Paz.

No fue una negociación de paz porque Vladimir Putin no está en absoluto interesado en poner fin a la guerra.

Insiste en la capitulación de Ucrania y en la cesión de territorio y desarme, dejándola vulnerable a futuras agresiones.

La presidenta de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, en el resort de Burgenstock con vistas al lago Lucerna, dijo que 'ningún país aceptaría nunca estos términos indignantes'. Los amigos de Kiev, principalmente Europa, Estados Unidos y Canadá, han construido un consenso de 80 países sobre cómo poner fin a la guerra.

Muchos países de lo que se conoce como el 'Sur Global', un término vago y problemático para lo que antes se conocía como el mundo en desarrollo, han dejado fuera sus firmas.

Entre ellos se encuentran Armenia, Bahréin, Colombia, Catar, India, Indonesia, Libia, México, Arabia Saudita, Sudáfrica, Tailandia y los Emiratos Árabes Unidos.

'Algunos no firmaron, aunque muy pocos, porque están jugando un juego de 'vamos a tener paz basada en concesiones', y suelen significar concesiones por parte de Ucrania, y básicamente acomodar las demandas rusas', dijo el experto en Ucrania, Volodymyr Dubovyk, miembro senior del think tank Centro de Análisis de Política Europea con sede en Washington DC. 'También les gusta esta posición de 'neutralidad''. Tampoco hubo claridad sobre si las futuras conversaciones involucrarán a Rusia, a pesar de las instancias de posibles negociadores como Arabia Saudita y Turquía.

Tras más de dos años de combate, la invasión rusa de Ucrania se ha estancado en un impasse sangriento.

Ambos países continúan gastando recursos sustanciales para ganar territorio, pero los avances son raros y pequeños.

A veces, son rápidamente revertidos.

Ninguna de las partes tiene los medios para lograr una victoria decisiva en el campo de batalla.

Ambas sufren numerosas bajas todos los días.